Ya se ha comentado hasta el cansancio que las telenovelas mexicanas están pasando por una especie de trance inexplicable decreatividad que les ha hecho perdercredibilidad y presencia en el resto del mundo.
De un tiempo a la fecha se han traído historias de todo tipo, pero muy pocas han conseguido el favor de la atención del público y otras, muy contadas, hanrespetado sus niveles de calidad(básicamente, de coherencia).
Pero eso no quita que México ya no es la potencia telenovelera que solía ser y, a juzgar por los resultados, ya no le interesa recuperar ese puesto.
Para eso, si analizamos la barra de telenovelas que hay actualmente, tenemos que la situación es horrorosa. Desde el espantoso final de “Corazón indomable”, que es el claro ejemplo de lo mal que suelen terminar los culebrones de Natalie Lartilleaux (“Mar de amor”, “Cuidado con el ángel”), pasando por la confusa “De que te quiero, te quiero”, de Lucero Suárez, cuya fórmula, que tan bien le funcionó en “Zacatillo: Un lugar en tu corazón” y “Amorcito corazón” aquí le falló terriblemente.
Y si nos vamos con las telenovelas “estelares”, el asunto es como para ponerse a llorar: “Mentir para vivir” con una pareja incompatible en todos los sentidos (Mayrín Villanueva y David Zepeda); “Libre para amarte”, con el fallido debut como actriz de Gloria Trevi (y que debe ser su despedida) y “La tempestad”, que pinta para ser el fracaso del año.
No de a gratis está el rumor de que Televisa decidió rescindirle la exclusividad a William Levydespués de semejante papelón (y bueno, una piña picada tiene más expresión actoral que Ximena Navarrete, pero esa es otra historia).
Por supuesto, este fenómeno no es exclusivo de una televisora. En TV Azteca, las telenovelas suelen arrancar a tambor batiente, para después ser víctimas de muchas inconsistencias en el guión, que terminan haciendo que los actores traicionen a sus personajes, como le sucedió recientemente a “Vivir a destiempo” y “Secretos de familia”. Y de “Corazón de condominio” mejor ni hablamos, pues todos sabemos lo que pasa con las telenovelas cómicas de la televisora del Ajusco.
Le pese a quien le pese, la que ha tratado más o menos de mantenerse en el nivel, es Cadena Tres, con todo y que también han tenido sus traspiés (“El sexo débil”). De ahí en fuera, “Las Aparicio” —esperamos con ansias ver la película—, “El octavo mandamiento”, “Infames” y recientemente “Fortuna”, todas apadrinadísimas por Epigmenio Ibarra y Argos, han llamado la atención del público que se ha desencantado de la telenovela tradicional, claro, a su manera.
Los proyectos que recientemente ha comenzado y los venideros tampoco son plena esperanza. Esta semana iniciaron “Por siempre mi amor” (con Susana González y Guy Ecker) y “Prohibido amar” (con Rossana Nájera y Marco de Paula) a las que se les exige mínimo que no se traicionen en todos los sentidos, ya que es demasiado pronto para emitir un juicio sobre ellas. Lo mismo podríamos decir de la masculinizada con progesterona historia de “Hombre tenías que ser”.
En cuanto al nuevo proyecto de Cadena Tres-Argos, “Las trampas del deseo”, en la que van Marimar Vega (“Eternamente tuya”), Alejandra Ambrosi (“Dulce Amargo”), Javier Jattin (“La mujer del Vendaval”) y Diego Soldano (“La Patrona”) lo único que tienen que hacer es seguir con el estándar de calidad propuesto y ya característico de Epigmenio Ibarra.
Pero tal vez la que la que la tendrá más dura es “Lo que la vida me robó”, con Angelique Boyer, Sebastián Rulli, Luis Roberto Guzmán y Daniela castro, pues es el remake de “Bodas de odio”, una historia que tuvo muchísimo éxito y cuya primera nueva versión, “Amor real”, todavía fue más exitosa al grado de tener ratings históricos.
Pero ninguno de los proyectos venideros antes mencionados harán lo posible por revivir una industria que, a todas luces, se encuentra a pique. Los tiempos de telenovelas que daban realmente de qué hablar como “Colorina”, “Cuna de Lobos” o “Nada personal” ya no volverán.
Mientras tanto, países como Colombia, Brasil, Argentina e incluso Corea del Sur, se actualizan y presentan historias contemporáneas, innovadoras e , que sólo aspiran a ser copiadas de mala gana por un producto mexicano.
